El Presidente Emmanuel Macron viaja a Nueva York del lunes 22 al miércoles 24 de septiembre de 2025 con motivo de la 80ª sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
A su llegada el lunes 22 de septiembre, el Jefe de Estado se reunió con representantes de la sociedad civil palestina e israelí.
Posteriormente, el Presidente Emmanuel Macron y el Príncipe heredero y Primer Ministro del Reino de Arabia Saudita, S.A. Mohammed bin Salman, copresidieron la Conferencia para la aplicación de la solución de dos Estados y el arreglo pacífico de la cuestión palestina en la sede de las Naciones Unidas.
Durante esta Conferencia, el Presidente Emmanuel Macron anunció que Francia reconocía al Estado de Palestina.
Tras la adopción, por 142 Estados, de la Declaración de Nueva York el 12 de septiembre de 2025, el Presidente de la República trabajó en esta ocasión con sus socios internacionales en la aplicación de un plan de paz integral para la región, con el objetivo de garantizar la paz y la seguridad de todos.
Este plan incluye en particular :
- la liberación de los rehenes ;
- el fin de las operaciones militares en todo el territorio de Gaza ;
- la implementación de un alto el fuego ;
- la ayuda humanitaria a Gaza ;
- la estabilización y la reconstrucción de Gaza ;
- y la creación de una administración de transición.
22 septiembre 2025 - Sólo es válido el discurso pronunciado
Discurso del presidente de la República Francesa en la tribuna de las Naciones Unidas en la Conferencia sobre la Solución Biestatal.
Señora presidenta de la Asamblea General,
Señor secretario general,
Señoras y señores jefes de Estado y de Gobierno,
Señoras y señores,
Estamos aquí porque ha llegado la hora. Ha llegado la hora de liberar a los 48 rehenes retenidos por Hamás. Ha llegado la hora de parar la guerra, los bombardeos en Gaza, las masacres y la huida de la población. Ha llegado la hora, porque la emergencia reina en todas partes. Ha llegado la hora de la paz, porque estamos a poco tiempo de que deje de ser una opción. Por ello estamos reunidos hoy aquí. Algunos dirán que demasiado tarde, otros, que demasiado pronto. Una cosa es segura : no podemos esperar más.
En 1947, esta Asamblea decidió la partición de la Palestina Mandataria en dos Estados, uno judío y otro árabe, y reconoció así el derecho de ambos a la autodeterminación. La comunidad internacional consagró con ello el Estado de Israel, cumpliendo el destino de ese pueblo, por fin, tras milenios de errancia y persecución, un pueblo que pudo fundar entonces una hermosa democracia. Por su parte, la promesa de un Estado árabe todavía hoy sigue inacabada.
Desde entonces, palestinos e israelíes han recorrido, cada uno a su manera, un largo camino en el que se entremezclan esperanza y desesperación. Y nosotros lo hemos recorrido con ellos, cada uno de nosotros según su historia y su sensibilidad. Pero la verdad es que seguimos cargando con la responsabilidad colectiva de haber fracasado en la construcción de una paz justa y duradera en Oriente Próximo.
Una evidencia que no nos dejó lugar a dudas el 7 de octubre de 2023, cuando el pueblo israelí sufrió el peor ataque terrorista de la historia. 1224 hombres, mujeres y niños asesinados. 4834 hombres, mujeres y niños heridos. 251 hombres, mujeres y niños secuestrados.
La barbarie de Hamás y de los que colaboraron en la masacre dejó estupefactos a Israel y al mundo. El 7 de octubre es una herida que sigue abierta en el alma israelí y en la conciencia universal. La condenamos sin matiz alguno porque nunca nada, en ningún lugar, puede justificar el recurso al terrrorismo. Hoy nos acordamos de las víctimas y sus familiares. Expresamos nuestra compasión con los israelíes y, antes de nada, exigimos la liberación sin condiciones de todos los rehenes que siguen retenidos en Gaza. Nosotros, franceses, hemos rendido un homenaje nacional a los 51 compatriotas asesinados aquel día, y a todas las víctimas del 7 de octubre de 2023. No los olvidaremos. Nunca. Como nunca cejaremos en la lucha existencial contra el antisemitismo.
Nosotros, los franceses, conocemos el embiste del terrorismo. Llevamos en el corazón el recuerdo de las muestras de fraternidad de decenas de mandatarios extranjeros que se manifestaron con nosotros tras los atentados cometidos en París el 7 de enero de 2015 ; en primera fila estaban el primer ministro israelí y el presidente de la Autoridad Palestina.
Sabemos que no se puede mostrar ninguna debilidad frente a los terroristas.
Sabemos también el peligro que entrañan las guerras interminables. Sabemos que el derecho siempre debe triunfar sobre la fuerza. Sabemos, por último, por nuestra historia, que el apego a lo universal y a la paz es el legado de los pasados siglos, como condición para la salvación. Afirmo esto en nombre de nuestra amistad con Israel, que siempre ha podido contar con nuestro compromiso. También en nombre de nuestra amistad con el pueblo palestino, para el que queremos que se haga realidad la promesa inicial de las Naciones Unidas, la de dos Estados que vivan en paz y seguridad uno al lado del otro.
Sin embargo, en estos momentos, Israel sigue extendiendo sus operaciones militares en Gaza con el objetivo declarado de destruir a Hamás. Pero lo que se sigue destruyendo son las vidas de cientos de miles de personas desplazadas, heridas, hambrientas y traumatizadas. Precisamente cuando se ha debilitado considerablemente a Hamás y la negociación de un alto el fuego duradero sigue siendo el medio más seguro de obtener la liberación de los rehenes.
Nada, nada justifica ya la prosecución de la guerra en Gaza. Nada. Al contrario, todo exige que se le ponga un término definitivo ahora, ya que no se ha hecho antes. Para salvar vidas. Las vidas de los rehenes israelíes que siguen retenidos en condiciones atroces. Las vidas de cientos de miles de civiles palestinos atenazados por el hambre, el sufrimiento, el miedo a morir, el luto por sus seres queridos. Salvar todas las vidas. Porque ya hace casi dos años que prevalecen la negación de la humanidad del otro y el sacrificio de la vida humana. Sí, desde el 7 de octubre, lo que se niega no es sino la vida del otro.
Lo decimos desde el primer día de la guerra en Gaza : todas las vidas valen lo mismo. Lo sé por haber abrazado a familiares de los rehenes que conocí en Tel Aviv y después en París. Me acuerdo por ejemplo de la madre de Eyatar David, rehén hambriento y mostrado a las masas por sus verdugos. O de Nimrod Cohen, rehén de diecinueve años, a cuyo padre acabo de saludar. También lo sé por haber estado a la cabecera de las víctimas palestinas de las operaciones militares israelíes, refugiadas en El Arish, mujeres y niños cuyas miradas no podré olvidar. Lo sé por haber visto a jóvenes de Gaza acogidos en Francia, por ejemplo a Rita Barud, que tendría que haber estado hoy con nosotros y que sigue dando testimonio del sufrimiento de sus seres queridos en Gaza. Todas las vidas valen lo mismo. Y el deber de todos nosotros es proteger a unos y a otros, un deber indivisible, a imagen de nuestra humanidad común.
Existe una solución para romper el ciclo de la guerra y la destrucción : el reconocimiento del otro, de su legitimidad, de su humanidad y de su dignidad. Que unos y otros abran los ojos y vean rostros humanos allí donde la guerra ha colocado máscaras de enemigos o rasgos de objetivos. El reconocimiento de que palestinos e israelíes viven en una soledad pareja, soledad de los israelíes tras la pesadilla histórica del 7 de octubre de 2023, soledad de los palestinos, consumidos en una guerra sin fin.
Ha llegado la hora. Porque puede pasar lo peor, ya se trate del sacrificio de tantos otros civiles, de la expulsión de la población de Gaza hacia Egipto, de la anexión de Cisjordania, de la muerte de los rehenes retenidos por Hamás, o de los hechos consumados que cambian irreversiblemente la situación sobre el terreno. Por ello, por ello debemos abrir hoy, aquí mismo, el camino de la paz, porque desde el pasado mes de julio la aceleración de los acontecimientos es terrible. En el punto en el que estamos, se puede temer que la actuación de Israel ponga en tela de juicio los Acuerdos de Abraham o de Camp David y que la paz en Oriente Medio resulte imposible por mucho tiempo. Cargamos por tanto con una responsabilidad histórica. Debemos hacer todo lo posible para preservar aunque sea la posibilidad de una solución de dos Estados, Israel y Palestina, que vivan en paz y seguridad uno al lado del otro.
Ha llegado la hora. Por ello, fiel al compromiso histórico de mi país en Oriente Próximo, por la paz entre el pueblo palestino y el pueblo israelí, declaro que Francia reconoce hoy el Estado de Palestina.
Este reconocimiento es una forma de afirmar que el pueblo palestino no es un pueblo que sobra. Que, al contrario, es un pueblo que nunca se despide de nada, haciendo referencia a Mahmud Darwish. Un pueblo que tiene su historia, su arraigo, su dignidad.
El reconocimiento de los derechos legítimos del pueblo palestino no menoscaba los derechos del pueblo israelí, que Francia ha apoyado desde el primer día, y a los que atribuye la misma importancia. Precisamente porque estamos convencidos de que este reconocimiento es la única solución que hará posible la paz para Israel. Israel nunca ha echado en falta a Francia cuando su seguridad estaba en juego, tampoco frente a los ataques iraníes.
El reconocimiento del Estado de Palestina es una derrota para Hamás, al igual que para todos aquellos que atizan el odio antisemita, alimentan obsesiones antisionistas y desean la destrucción del Estado de Israel.
El reconocimiento de Francia va acompañado de los, entre otros, que se anunciarán hoy, y se lo agradezco, los de Andorra, Australia, Bélgica, Canadá, Luxemburgo, Malta, Mónaco, Portugal, Reino Unido y San Marino, que han esperado hasta este momento con nosotros y, atendiendo el llamamiento del pasado mes de julio, han optado por la responsabilidad, la exigencia y la paz. Y ello, después de la decisión de España, de Irlanda, de Noruega y de Eslovenia en 2024, y anteriormente de otros muchos.
Este reconocimiento abre el camino de una negociación útil tanto para los israelíes como para los palestinos.
Este camino es el del plan de paz y de seguridad para todos que Arabia Saudí y Francia sometieron a la votación de la Asamblea, que lo adoptó por una muy amplia mayoría. Abandera nuestra ambición común de romper el engranaje de violencia y cambiar la situación sobre el terreno. Hemos sabido dar un paso unos hacia otros, hemos sabido salir de nuestra postura habitual y marcarnos objetivos concretos. Ahora nos corresponde activar juntos una mecánica de paz que responda a las necesidades de cada uno.
La primera fase de este plan de paz y de seguridad para todos es el de la urgencia absoluta, la de combinar la liberación de los 48 rehenes y el cese de las operaciones militares en todo el territorio de Gaza. Celebro los esfuerzos realizados por Qatar, Egipto y Estados Unidos en este sentido y pido a Israel que no haga nada más que obstaculice su culminación. Hamás ha sido vencido en el plano militar con la neutralización de sus jefes y responsables. Para su desmantelamiento real, se le debe vencer en el plano político. Cuando se acuerde el alto el fuego, deberemos realizar un esfuerzo colectivo inmenso para socorrer a la población de Gaza. Agradezco a Egipto y a Jordania su compromiso y recuerdo a Israel que tiene la obligación absoluta de facilitar el acceso humanitario a Gaza para ayudar a una población que se encuentra hoy completamente desvalida.
La segunda fase es la de la estabilización y la reconstrucción en Gaza. Una administración de transición que incluya a la Autoridad Palestina y los jóvenes palestinos, acompañada de las fuerzas de seguridad que formaremos con gran rapidez, tendrá el monopolio de la seguridad en Gaza. Llevará a cabo el desmantelamiento y el desarme de Hamás, con el apoyo de los socios internacionales y los medios que resulten necesarios para esta difícil misión. Francia está dispuesta a contribuir en una misión de estabilización internacional y a ayudar a formar y equipar a las fuerzas de seguridad palestinas junto a sus socios europeos. Tan pronto como las negociaciones lo permitan, el Consejo de Seguridad podrá decidir desplegar una misión de apoyo civil y de seguridad, en colaboración con las autoridades palestinas y con el consentimiento de las autoridades israelíes.
También corresponderá al Estado de Palestina devolver la esperanza a una población sacudida por años de violencia y ocupación, y también de división e incuria. Le corresponderá por tanto proporcionar a su pueblo un marco de expresión democrática renovado y seguro. El presidente Mahmud Abás se comprometió a ello ante el príncipe Mohamed Bin Salmán y ante mí mismo. Condenó enérgicamente los ataques terroristas del 7 de octubre de 2023. Afirmó su apoyo al desarme de Hamás y se comprometió a excluirlo de la futura gobernanza de Gaza, al igual que de todo el territorio palestino. Afirmó su compromiso de luchar contra los discursos de odio y prometió una renovación profunda de la gobernanza palestina.
Francia permanecerá atenta a la plena implementación de todos los compromisos tomados ante ella. Esta Autoridad Palestina renovada es una condición necesaria para el éxito de la imprescindible negociación que habrá que reanudar para alcanzar un acuerdo sobre cada una de las cuestiones relativas al estatuto final. También en este marco podré decidir establecer una embajada ante el Estado de Palestina, siempre y cuando se haya liberado a todos los rehenes retenidos en Gaza y se haya establecido un alto el fuego.
La exigencia de Francia con respecto a Israel no será menor. Con sus socios europeos, ajustará su grado de cooperación con Israel en base a las disposiciones que tome para poner fin a la guerra y negociar la paz.
Será este camino el que nos permita obtener un Estado de Palestina soberano, independiente y desmilitarizado que reúna todos sus territorios, que reconozca Israel y sea reconocido por Israel, en una región que conocerá por fin la paz.
También espero de nuestros socios árabes y musulmanes que no lo hayan hecho todavía, que cumplan con su compromiso de reconocer el Estado de Israel y mantener con él relaciones normales tan pronto como se haya establecido el Estado de Palestina. Estaremos demostrando así un doble reconocimiento en pro de la paz y la seguridad de todos en Oriente Próximo.
Éste es, señoras y señores, nuestro plan de paz. Establece un engranaje exigente para salir de la guerra y entrar en una fase de negociación decisiva. Permite que la paz entre Israel y Palestina sea el primer pilar de una nueva arquitectura de paz y seguridad en Oriente Próximo y en Oriente Medio. También otorga credibilidad a la posibilidad de una mayor integración económica.
Nada será posible si las autoridades israelíes no hacen plenamente suya nuestra renovada ambición de alcanzar por fin la solución de los dos Estados. Conozco sus reticiencias y sus temores. Escucho con gran respeto al pueblo israelí, su tristeza y su cansancio, y quiero creer que las autoridades israelíes también lo escucharán y sabrán comprometerse a su vez. Sé que el pueblo israelí y sus dirigentes pueden tener la fuerza de hacerlo.
Recuerdo al joven que fui, cuando supe del terrible asesinato de Isaac Rabin, hace casi 30 años, asesinado por haber querido la paz. Cuando la muerte se lo iba a llevar consigo, el heroico guerrero del Estado de Israel acababa de pronunciar las siguientes palabras : «He hecho la guerra durante todo el tiempo en que no había posibilidad de hacer la paz». Esta posibilidad hoy sí existe. 142 Estados proponen esa paz, están tendiendo una mano que espera ser estrechada.
Así que sí, ha llegado la hora de parar la guerra en Gaza, las masacres y la muerte, de inmediato. La situación de emergencia nos lo exige. Ha llegado la hora de que Israel viva en paz y en seguridad, desde Galilea al mar Rojo, por el mar Muerto, el lago de Tiberíades, y Jerusalén. Ha llegado la hora de dejar de cuestionar en todo el mundo la existencia de un Estado de Israel y de hacer de él una evidencia.
Ha llegado la hora de hacer justicia al pueblo palestino reconociendo el Estado de Palestina, hermano y vecino, en Gaza y en Cisjordania y en Jerusalén. Ha llegado la hora de desterrar la espantosa faz del terrorismo y de construir la paz. Sí, construir la paz, eso es lo que nos reúne hoy aquí. Y esa es la esperanza que podemos construir. Ahora que para algunos comienza un nuevo año, es una decisión que tomar, y es nuestro deber. La paz es mucho más exigente, mucho más dificil que cualquier guerra.
Pero ha llegado la hora.
Al final de la jornada, el Jefe de Estado mantuvo varias reuniones bilaterales antes de cenar con António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas.
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